Su situación estratégica hizo que fuera deseada por las potencias militares de todas las épocas: la ocuparon bereberes, árabes, turcos y franceses, dejando a su paso rastros de sus culturas -costumbres, lengua y arte-. Por este riquísimo cruce de civilizaciones, la belleza intrínseca de sus paisajes -flanqueado por la costa mediterránea y el desierto del Sahara- y por la generosidad de su gente, Tunez roza la perfección. Sidi Bou Said es el ejemplo perfecto de esta combinación. Fue fundada en el golfo de Tunez en el siglo XIII, por un maestro sufí. Tras su muerte, la tumba del maestro fue venerada durante siglos por devotos peregrinos que se acercaban a rezarle en la mezquita. En la actualidad, los visitantes vienen atraídos por distintas razones, ya sea gracias a la artesanía local o por el el Café des Nattes, frecuentado por intelectuales de la talla de André Gide o Jean-Paul Sartre. Al sur, los vestigios de la inmortal Cartago. Su fundación se remonta en época fenicia (814 a.C.).Cuatro siglos más tarde el apogeo fue protagonizado por un pueblo distinto, el romano, que lo consideró uno de sus puertos estratégicos más importantes. Termas, villas y hasta un anfiteatro pueden visitarse en su interior. No muy lejos de Cartago, a unos 70 kilómetros, se encuentran las hermosas playas del golfo de Hammamet. Al sur de la localidad está la ciudad de Monastir, fácilmente reconocible por la cúpula dorada y el alto minarete de un monasterio musulmán fortificado del siglo VIII. En su interior se halla la Sala de la Oración, actualmente un museo, el Centro de Arte Islámico. A una hora por carretera se llega a la ciudad santa de Kairuán, cuya mezquita fue declarada por la UNESCO en 1988 Patrimonio de la Humanidad. Vale la pena también detenerse en otro templo de importante valor artístico, la mezquita de Zaouia Sidi Sahab (siglo XV).
De regreso a la costa se encuentra el pueblo de el Jem; su inigualable anfiteatro romano se considera el vestigio mejor conservado del norte de África. El viaje concluirá en la capital de la isla de Djerba, Houmt Souk para comprobar, una vez más, la belleza resultante de la mezcla cultural que ha caracterizado la historia de Tunez.

A tener en cuenta
Los españoles sólo precisan el pasaporte en regla para viajar a Túnez. La moneda oficial es el dinar: un dinar equivale a 0,63 euros. Los idiomas oficiales son el árabe y el francés; también se habla inglés. La hora es la misma que en España. No existen zonas de riesgo sanitario y no es obligatoria ninguna vacuna. La religión oficial es el islam, pero las comunidades judías y cristianas practican libremente sus cultos.

Cuándo ir
La mejor época para disfrutar de la costa tunecina, practicar deportes náuticos y realizar visitas culturales se da entre los meses de octubre y mayo. En esa época, las temperaturas son más suaves que en verano y no hay aglomeraciones en los enclaves de interés.

Cómo llegar
Túnez se halla a menos de dos horas de vuelo desde Barcelona y Madrid. Estas ciudades ofrecen varias frecuencias semanales hasta la capital tunecina, donde se conecta con otros aeropuertos del país (Monastir, Tozeur y Djerba). En temporada alta aumentan los vuelos chárter desde otras ciudades españolas.

Cómo moverse
En el aeropuerto internacional de Túnez y en las principales ciudades se pueden alquilar coches para recorrer por libre el país. No resulta barato, pero el combustible sí lo es y las carreteras están en buen estado. Desde Túnez capital salen autobuses regulares que conectan las principales poblaciones del país. Son rápidos, cómodos y asequibles. En las ciudades, se pueden contratar taxis compartidos (louages), que aceptan hasta cinco pasajeros y cubren largas distancias. Son un medio muy fiable para desplazarse.
Desde Túnez, Sfax o Gabes salen servicios de transbordadores que comunican regularmente el continente con la isla de Djerba.

Dónde dormir
La mayor oferta hotelera del país se concentra en el tramo de litoral que se extiende entre la capital y la isla de Djerba. La mayoría de establecimientos son centros vacacionales de cuatro y cinco estrellas con «todo incluido». También existen opciones más económicas, especialmente en pueblos del interior. Consultas sobre alojamiento en: www.tourismtunisia.com/hotels.

Talasoterapia
La costa de Túnez cuenta con varios centros termales que en los últimos años han adquirido renombre mundial. Destacan los situados en Hammamet, en Sousse y en la isla de Djerba, donde ofrecen tratamientos a base de barro y agua marina (www.destino-tunez.com).

Las mejores playas
De norte a sur, los grandes centros turísticos de la costa tunecina son Hammamet, Sousse y Monastir, en el golfo de Hammamet. En esa zona se encuentran algunas de las mejores playas del país, así como en la isla de Djerba. La mayoría de estos enclaves disponen de una gran variedad de servicios para practicar deportes náuticos, como el esquí acuático, el surf, la vela y el submarinismo. Los hoteles ofrecen visitas culturales al fuerte y a la medina de Hammamet. Otra excursión interesante es el ribat de Monastir, un monasterio fortificado del siglo VIII; en su interior se aloja el Centro de Arte Islámico, que guarda valiosos objetos datados entre los siglos VIII y X. Más información sobre actividades en la web: www.tourismtunisia.com.

Las visitas principales
Túnez. En la capital tunecina hay que pasear por la medina, declarada Patrimonio de la Humanidad (1979). Es un laberinto de calles con zocos, mezquitas y palacios. El Museo del Bardo, sobre arqueología, merece una parada.
Sidi Bou Said. Sobre un acantilado del golfo de Túnez se asoma esta población de ambiente bohemio, que destaca por sus casas encaladas, decoradas con puertas, ventanas y balcones azules.
Ruinas de Cartago. En el siglo IV a.C. era una de las ciudades más pujantes del Mediterráneo. Entre sus vestigios destacan el anfiteatro y las termas de Antonino (siglo II). Junto a éstosse visita el Museo de Cartago, con mosaicos y objetos hallados en el yacimiento.
Hammamet. Este enclave turístico reúne algunas de las playas más bellas del país. Tiene una kasba que data del siglo XV, desde la que se ven la medina y el mar.
Monastir. El ribat fortificado (siglo VIII), la Gran Mezquita (IX), el mausoleo de Bourguiba (XX) y las playas son sus puntos de interés.
Kairuán. Situada en el interior de Túnez, está considerada la cuarta ciudad santa del Islam. Siete visitas a su Gran Mezquita equivalen a una peregrinación a La Meca.
El Jem. La pequeña localidad conserva un monumental anfiteatro del siglo III, que rememora su pasado como una de las colonias romanas más ricas de África.
Sfax. El antiguo asentamiento romano prosperó gracias al comercio del aceite de oliva que se producía en El Jem. Hoy es la segunda ciudad de Túnez, cuyo centro histórico se extiende entre la medina y el puerto.
Isla de Djerba. Esta tranquila isla mediterránea se localiza frente a la costa sudeste de Túnez. Disfruta de un clima cálido y playas de fina arena dorada. Sus paisajes están cubiertos de olivos, palmeras e higueras. Entre las visitas de interés destacan las mezquitas rurales, los menzels –las típicas fincas fortificadas de la isla–, la sinagoga de La Ghirba y el pueblo de alfareros de Guellala. La capital de la isla es la acogedora Houmt Souk, cuya medina acoge una sucesión de zocos.

Sidi Bou Said
El recorrido por la costa tunecina permite combinar la estancia en sus playas con visitas a lugares que ofrecen algún interés. Es el caso de Sidi Bou Said, situado en el norte, a 20 km de la capital. Se trata de una de las localidades con más encanto del país. Se distingue por su ambiente bohemio y artístico, sus tiendas de artesanía, cafés de tertulia y por una arquitectura tradicional de casas blancas decoradas con ventanas, puertas y balcones azules.

Ruinas de Cartago
A 5km de Sidi Bou Said sobresale el sitio arqueológico de Cartago, con restos púnicos y romanos. Este asentamiento costero lo fundaron los fenicios y fue dominado posteriormente por los romanos. Su visita discurre entre termas, villas, un anfiteatro y una necrópolis.

Kairuán y El Jem
A la altura del golfo de Hammamet, pero hacia el interior estepario de Túnez, hay que mencionar dos visitas ineludibles. Una de ellas es Kairuán, considerada la cuarta ciudad santa del Islam. En ella sobresale la Gran Mezquita, situada en un extremo de la medina o ciudad antigua, repleta de talleres de tejedores. Más al sur, se halla la localidad de El Jem. Esconde la sorpresa monumental de un anfiteatro romano del siglo III, que es uno de los mayores del mundo y el vestigio romano mejor conservado de África.

Isla de Djerba
En esta tranquila isla mediterránea destaca su encantadora capital, Houmt Souk. La ciudad cuenta con varios zocos, tres mezquitas y la fortaleza de Borj el-Kebir, originaria del siglo XIII. Fuera de la capital, Djerba invita a pasear por caminos delimitados por palmeras, olivos e higueras, y a visitar mezquitas rurales y el pueblo de alfareros de Guellala. Una parada ineludible en el centro de Djerba es la sinagoga de La Ghirba, la más antigua que se conserva fuera de Israel.

Gastronomía
Los platos que se elaboran en la costa tunecina son a base de pescado y marisco. Suelen estar muy condimentados, aunque en muchos hoteles están adaptados al gusto de los turistas. Destacan los postres tunecinos, muchos de ellos elaborados a base de hojaldre o mazapán, rellenos de almendra, miel o dátiles –Túnez es el mayor productor del mundo de este fruto–. La bebida nacional es el té a la menta, y licores locales como la thibarine, de dátiles y plantas aromáticas, y la boukha, a base de higos.

Artesanía
Desde Túnez capital, en el norte, a la isla de Djerba, en el extremo meridional del país, los zocos son uno de los mayores atractivos de todos los pueblos y ciudades tunecinas. En estos mercados tradicionales ordenados por gremios venden objetos de latón y cobre, cuero y tejidos. En la costa tunecina destacan las jaulas para pájaros de Sidi Bou Said, las joyas de oro y plata de Monastir, las alfombras ya mencionadas de Kairuán, y la cerámica y los capazos de mimbre que confeccionan en la isla de Djerba.

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