En el land alemán de Baviera, al sudeste del país, se erigen los fantásticos palacios que proyectó Luis II de Baviera —apodado «el rey loco»—, rodeados de idílicos y abruptos paisajes alpinos, iglesias medievales y bosques brumosos. Desde Munich, la capital bávara, donde está el principal aeropuerto de la zona, parten a diario autocares que recorren este itinerario, uno de los más atractivos de Centroeuropa. El famoso castillo de Neuschwanstein —que fue el modelo inspirador del castillo de La Bella Durmiente, de Walt Disney— está situado a cuatro kilómetros de Füssen, elevado sobre un peñasco de difícil acceso. Para construir uno de sus palacios más opulentos, Luis II utilizó únicamente trabajadores y materiales bávaros, hecho que originó una artesanía local y, a la larga, un importante centro industrial. La decoración interior rinde homenaje a las óperas de Wagner, compositor predilecto de rey y al que protegió económicamente. El siguiente castillo de la ruta, Hohenschwangau, se halla a tres kilómetros de Füssen. Su estructura refleja un estilo neogótico más sobrio que el anterior, aunque goza de una rica decoración interior. Más elegante es el palacio de Linderhof, 45 kilómetros más al este, de inspiración rococó y rodeado de espléndidos jardines. A lo largo de la ruta se esconden rincones de valor monumental, como la iglesia Wieskirche, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1983), y el monasterio de Ettal, con una famosa cervecería monástica. Los amantes del esquí y los aficionados a la naturaleza pueden visitar la población de Garmisch-Partenkirchen, en las laderas de los Alpes. El castillo de Berg es el último en la ruta por los palacios y fortalezas inspirados por Luis II. A una veintena de kiómetros de la capital bávara se encuentra este castillo, el último en el que durmió el monarca. Allí lo recluyeron sus ministros, bajo la declaración de incapacidad mental. Un día, Luis II se marchó al lago Starnberg acompañado por su médico para dar un paseo en barca. Al día siguiente, ambos aparecieron ahogados en extrañas circunstancias.

El recorrido por el sur de Alemania descubre los fascinantes palacios que mandó construir el rey Luis II de Baviera a finales del siglo xix. La ruta incluye la visita a pueblos nacidos al abrigo de los Alpes. Munich es la capital de Baviera.

A tener en cuenta
Para visitar Alemania, los ciudadanos de la Unión Europea sólo necesitan el documento nacional de identidad. El país se sitúa en la zona euro y el idioma oficial es el alemán. No hay diferencia horaria con respecto a la Península Ibérica.
La mejor época para disfrutar de este recorrido se sitúa entre los meses de mayo y septiembre, cuando los días son más largos y el clima es estable y agradable, con temperaturas de hasta 25 0C.

Cómo llegar
Diversas ciudades españolas tienen conexión aérea con Munich a través de compañías regulares y de bajo coste. El aeropuerto está situado 28 km al nordeste de la capital bávara. El trayecto desde la terminal hasta el centro urbano se cubre en taxi, tren y autobús.

Cómo desplazarse
La forma más cómoda para seguir este recorrido es en coche; en el aeropuerto de Munich y en la misma ciudad hay varias empresas de alquiler. También hay agencias de viaje que organizan excursiones en autocar a los castillos de Luis II. Desde Munich salen a diario líneas de autobús y de tren hacia los principales pueblos donde se sitúan las residencias palaciegas.
Para viajar en ferrocarril existe el abono Länder-Tickets, que cubre rutas regionales a precios reducidos. Sobre éste y otros descuentos informa la web www.bahn.de. Muchos hoteles de la zona alquilan bicicletas para realizar algunas etapas de este viaje.

Alojamiento
Munich cuenta con una oferta hotelera muy diversa que incluye casas rurales, apartamentos en zonas alpinas y balnearios en Bad Tölz. Información sobre estas posibilidades en: www.alemania-turismo.com. Los amantes de la bicicleta pueden optar por establecimientos de la cadena especializada Bed & Bike (www.bettundbike.de).

La ruta de los castillos
Neuschwanstein es el castillo más famoso de los que mandó construir el rey Luis II. Ubicado entre las montañas de Schwangau, es de estilo neoclásico y fue erigido en honor a Richard Wagner. El nombre del castillo, «nuevo cisne de piedra», homenajea una de sus obras y hay estancias decoradas con frescos sobre sus óperas; Walt Disney lo tomó como modelo para el palacio de La bella durmiente. El ascenso al castillo puede realizarse en carruaje de caballos. La mejor perspectiva se obtiene desde el puente Marienbrücke, situado justo enfrente. Se organizan visitas por el interior del palacio (www.neuschwanstein.com).
A menos de tres kilómetros está el castillo de Hohenschwangau, remodelado en 1832 en estilo neogótico y utilizado por los reyes bávaros como residencia de verano (www.hohenschwangau.de). Existe una entrada conjunta para visitar estos dos castillos (www.ticket-center-hohenschwangau.de).
Linderhof, a 45 km, es la siguiente parada. El palacio tiene una clara influencia versallesca aunque sus dimensiones son más modestas; destaca por sus bellos jardines. En el bosque que rodea el palacio de Linderhof, Luis II hizo construir una cueva tomando como ejemplo la gruta Azul de Capri. En esta cavidad de cien metros de profundidad –es la gruta artificial más grande de Europa– el monarca se recreaba escuchando música de Wagner. (www.linderhof.de).
Herrenchiemsee es el castillo más alejado de Munich, 140 km al este. Fue construido sobre una isla del lago Chiemsee, y en su interior destacan la Galería de los Espejos y la Escalera de Embajadores, réplica de la que tuvo Versalles (www.herrenchiemsee.de) El acceso se realiza en barcas desde Prien (www.chiemsee.de).

Füssen y Oberammergau
La Ruta de los Castillos de Luis II está salpicada de tradicionales pueblos alpinos. Uno de elloses Füssen, situado 130 km al sur de Munich y excelente lugar desde el que iniciar este recorrido. De marcado aire medieval, en su visita destacan el castillo Alto (siglo xiii) y la iglesia barroca de Santo Mang. Al norte se sitúa el lago Forggensee, donde se practican deportes acuáticos (www.stadtfuessen.de).
Oberammergau, 48 km al este de Füssen, está considerado uno de los pueblos más bonitos de Baviera. Destaca por sus casas con fachadas pintadas al estilo lüftlmalerei, típico de la región. También es famosa por su artesanía en madera y por la celebración cada diez años de la Pasión, una representación con la que se conmemora que la población se libró de la peste negra –la próxima cita es en mayo de 2010- (www.oberammergau.de).

Garmisch-Partenkirchen
Esta localidad es el punto de partida de muchas excursiones senderistas y en bicicleta por los Alpes; en invierno es un destacado centro de esquí. Las rutas más populares son el itinerario por las gargantas de Partnach –declaradas Monumento Natural en 1912– y la ascensión a pie o en funicular al pico Zugspitze (2.962 m), el más alto del país. Más datos en el sitio: www.garmisch-partenkirchen.de.

Bad Tölz, ciudad balneario
A 58 km de Garmisch-Partenkirchen se localiza esta población de tradición balnearia, también conocida por ser un ejemplo de la arquitectura rural alemana. Tras recorrer la plaza Mayor y los edificios burgueses que la envuelven, es obligada la ascensión al monte Calvario, coronado por un santuario barroco desde el que se contempla el extenso valle del río Isar (www.bad-tolz.de).

Gastronomía
Entre las especialidades más famosas de la zona, están las salchichas blancas o weißwurst, el asado de cerdo (bayerischer schweinsbraten) y las albóndigas de patata (kartoffelknödel). La cerveza bávara es una de las más apreciadas de esta región, que cuenta con la mayor densidad de fábricas de cerveza del país; destaca la blanca o Weißbier, más clara y ligera.

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