Los templos cristianos, la mezquita almohade, los patios y palacios burgueses, los callejones, terrados y patios, los barrios gitanos… absolutamente todo tiene cabida en Sevilla. Lejos de parecerse a una ciudad eternamente congestionada por el tráfico, las obras de remodelación del centro han dejado buena parte del núcleo antiguo para disfrute de los paseantes, sevillanos y foráneos. Una amalgama de calles y pasadizos que siempre llevan a lugares sorprendentes. Eso sí, para pasear por Sevilla siempre es recomendable la primavera, estación del año en la que la luz estalla en la capital andaluza y los naranjos cubren sus ramas de perfumado azahar. La Giralda, verdadera joya del gótico y del barroco, se eleva sobre la mezquita mayor almohade-mudéjar mandada hacer por el emir Abu Yacub Yusuf en 1184; es un ejemplo más de la increíble combinación de culturas que ha caracterizado a Sevilla durante siglos. El Alcázar sevillano, que alojó a monarcas y gobernadores entre los siglos IX y XIV, es igualmente un muestrario de los estilos de cada época, de la califal a la barroca. En la antigua Judería, uno de los lugares más estimados por los sevillanos junto a la Giralda, es indispensable recorrer las plazoletas, patios floridos, iglesias barrocas y cofradías. Un embriagador recorrido que se puede rematar con un acento de alegría en La Carbonería, bohemio local de la calle Levíes donde el flamenco, la canción de autor, la pintura y la literatura se dan cita.

A tener en cuenta
La primavera es la mejor época para visitar la ciudad, tanto por las temperaturas suaves (oscilan entre 20-25º C) como por la celebración de los dos acontecimientos más representativos de Sevilla: Semana Santa (www.semana-santa.org) y la Feria de Abril (www.feriadesevilla.andalunet.com). Los inviernos en la capital andaluza son suaves y los veranos muy calurosos: se alcanzan máximas de hasta 45º C.

Cómo llegar
Sevilla está bien conectada por carretera, tanto con el resto de capitales andaluzas como con el centro de la Península –Madrid, a 533 km–. En avión, hay conexiones aéreas desde diversas ciudades españolas, algunas con compañías de bajo coste. El aeropuerto sevillano está a 12 km del centro urbano. Desde Madrid se puede llegar en dos horas y media con el Tren de Alta Velocidad (AVE) que realiza una parada en Córdoba, a 40 minutos.

Cómo moverse
El centro de Sevilla es fácil de recorrer a pie. Para visitar otras zonas, hay servicios regulares de autobuses. En las oficinas de turismo venden una tarjeta turística, válida para uno o tres días, que permite viajar sin límite en el transporte público (www.tussam.es).
Otras opciones son los autobuses turísticos, que recorren en una hora las zonas más representativas (www.sevillatour.com); un crucero por el Guadalquivir, disfrutando de vistas sobre ambas orillas y observando los puentes de las distintas épocas (http://crucerostorredeloro.com); en calesa o coche de caballos, por zonas restringidas al tráfico rodado; en globo, para los más aventureros (www.globo.info); o visitas a la ciudad en bicicleta (www.rentabikesevilla.com).

Rutas temáticas
El Consorcio de Turismo de Sevilla propone diversas visitas guiadas por la ciudad. La ruta Sevilla Barroca recorre monumentos de los siglos XVII y XVIII –cuando la ciudad vivió años de esplendor– como el palacio de San Telmo, el Hospital de la Caridad y las iglesias del Divino Salvador y San Luis. Incluye el Museo de Bellas Artes para descubrir la pintura de la época (www.juntadeandalucia.es/cultura/museos).
También destaca la Ruta Mudéjar, que discurre por el Real Alcázar, la Casa de Pilatos, el Parque de María Luisa y varias iglesias del barrio de Triana, donde se plasma el legado de los artesanos musulmanes.

Barrio de santa cruz
La antigua Judería es el corazón de Sevilla y su centro monumental. Está formado por calles estrechas como el Callejón del Agua y Judería, y plazas como la de Santa Cruz y Doña Elvira, enmarcadas entre casas encaladas con patios repletos de flores y palacios señoriales. Aquí se hallan la Catedral y la Giralda, el Real Alcázar o el Archivo de Indias, con un valioso fondo documental sobre el descubrimiento de América (www.barrisantacruz.com).

El tipismo de Triana
Corrales de vecinos, escuelas de flamenco, talleres de alfarería, hermandades y, sobre todo, bares de tapas forman el universo del barrio con más «duende» de Sevilla. Es famoso por los toreros, cantaores y bailaores nacidos en él. Se accede a través del puente de Triana y el corazón del barrio se halla en la calle Betis. Destacan sus conventos e iglesias como la de Santa Ana.

Gastronomía
La cocina sevillana es de elaboración sencilla, pero muy sabrosa. Sobresalen el gazpacho, el pescaíto frito, los huevos «a la flamenca» (con patatas y sofrito) y el guiso de rabo de toro. Pero donde verdaderamente destaca Sevilla es en el arte culinario de las tapas. Las más comunes son las de chacina, a las que se le suman los aliños de pulpos o pimientos; también los montaditos, pequeños bocadillos tostados; y las tapas de «cuchareo», cazuelas diminutas con el guiso del día.

Sevilla nocturna
La noche sevillana se puede iniciar con un tapeo por el barrio de Santa Cruz, donde se multiplican las tabernas, y continuar con el ambiente flamenco del barrio de Triana, plagado de tablaos. En verano hay terrazas junto al Guadalquivir para disfrutar de las noches estivales.

Compras
El barrio de Triana es único para adquirir piezas de cerámica. En la céntrica calle Sierpes hay tiendas donde comprar desde mantillas, mantones y abanicos, a las últimas colecciones de los diseñadores de moda Victorio y Lucchino. Los mercadillos son otra institución sevillana. Destaca el de los jueves en el barrio de la Macarena, por la variedad de antigüedades que ofrece, y el de la Alameda –trasladado al Charco de la Pava–, que tiene lugar los domingos.

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