BOSQUE DE MUNIELLOS

Este bosque asturiano, que parece salir de un cuento de hadas, es uno de los robledales más extensos de España.

Por Nani Arenas
La reserva de Muniellos muestra cómo era el norte de España hace muchos, muchos años. Un gran bosque rebosante de vegetación, denso y oscuro en el que los rayos del sol tenían que atravesar mil obstáculos para conquistar las entrañas de aquel mundo salvaje.
Su grado de conservación es tal que en el año 2000 se ganó la catalogación de Reserva de la Biosfera, distintivo que concede la Unesco a espacios y ecosistemas donde se conservan la diversidad biológica y las formas tradicionales de explotación de los recursos naturales. Muniellos se ajusta a todas esas condiciones y constituye un ejemplo de bosque maduro, bien conservado.

Fauna protegida
También en Muniellos residen algunas de las especies animales más emblemáticas y escasas de la fauna cantábrica como el urogallo, el oso pardo o el lobo. Eso sí, son siempre difíciles de ver. Al entrar en la reserva los guías advierten: «En Muniellos no se ven animales, pero se intuye su presencia». Pero si tienen la suerte de ver un lobo, atención. La mitología asturiana dice que este animal es un aliado del demonio y que para ahuyentarlo hay que llevar una luz... por si acaso.
Mientras se pasea bajo los robles centenarios, algunos con más de siete metros de perímetro, el visitante percibe que se halla en uno de esos lugares que sólo existen en la imaginación. Y si escarbamos en el pasado, vemos que es casi un milagro que Muniellos se conserve tal y como está.
Su historia comenzaría así: Érase una vez un bosque denso y oscuro que ocupaba toda Asturias. Entre las sombras y los árboles, habitaban duendes –trasgus–, hadas –xanas– y serpientes gigantes –cuélebres–, seres mágicos que vi-vían tranquilos hasta que el hombre descubrió que su bosque era una mina de oro maderera. Empezaron entonces los años de la explotación, a cortar árboles y a vender la madera a los astilleros asturianos y a las empresas ferroviarias. Dicen que la creciente riqueza de los vecinos no gustaba nada a los duendes de Muniellos que vieron amenazada su supervivencia y se unieron para lanzar un hechizo salvador: hacer la madera inservible. Pronto se comprobó que los árboles que pueblan la zona hoy protegida estaban podridos y se despreció su madera. ¿Hechizo o naturaleza? El caso es que fue así como se salvó Muniellos.

Tesoros escondidos
La zona protegida abarca los concejos de Cangas del Narcea, Ibias y Degaña, que participa en la reserva con el monte Corralín. Un total de casi 60 kilómetros cuadrados. Toda la zona protegida esconde tesoros artísticos, arqueológicos y etnográficos entre los que cabe destacar las pallozas, construcciones arcaicas típicas de las brañas asturianas.
En Muniellos llueve muchísimo, pero no hace frío. Es un clima mediterráneo húmedo, donde el sol brilla por su ausencia. Es posible apreciar los rayos cuando se llega a las zonas altas. Pero en la parte baja del bosque reinan las sombras y las humedades. Allí se percibe un ambiente misterioso y casi sobrenatural, es donde viven los duendes y hadas, cada vez más contentos al ver que su bosque, lejos de desaparecer, se consolida como un espacio único en el mundo. Trasgus, xanas y cuélebres pueden estar felices, su escondite no está amenazado. Con la supervivencia de los árboles, la magia está asegurada.

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