CABO DE GATA

El Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, en Almería, con sus kilómetros de costa virgen y su estampa desértica, es uno de los más bellos espacios de Andalucía.

Por Manuel Mateo Pérez
Arrinconado en el último vértice de la península, el Cabo de Gata es el parque natural más insólito y fascinante de Andalucía. Su mayor aportación son esos cuarenta y cinco kilómetros de costa virgen, moteados por torreones y baterías costeras que en siglos de más peligro protegían el litoral del ataque de piratas turcos y berberiscos.

Riqueza marítima
Se puede uno adentrar en el parque por las carreteras que bajan desde Retamar, una vieja colonia convertida hoy en una vasta urbanización próxima a Almería capital. De aquí parten las otras calzadas que bajan hasta el Centro de Visitantes de las Amoladeras, un edificio de recepción e información donde, entre otras cosas, se explica que el perímetro del espacio protegido alcanza las treinta y ocho mil hectáreas terrestres y las doce mil marinas y que en éstas se encuentra uno de los muestrarios subacuáticos más ricos y diversos del Mediterráneo.

La luz de San Miguel
San Miguel de Cabo de Gata es uno de esos pueblos donde la luz es toda una liturgia. En su día fue un pueblecito marinero. Hoy es una colonia de verano que no ha permitido la proliferación de enormes urbanizaciones y sí la edificación de pequeñas casitas que arropan la estética de la arquitectura popular del lugar.
De San Miguel parte la carretera más bella de Andalucía, una calzada que conduce en línea recta hacia La Almadraba de Monteleva, otro caserío blanco y costero, dedicado como antaño a la pesca y la sal. La carretera, que es recta y disciplinada, deja a la derecha la playa y las blancas olas, y a la izquierda, una inmensa laguna de agua salobre que en otoño e invierno acoge una notable colonia de aves migratorias.

Casas blancas bajo el sol
Lo más bello de La Almadraba de Monteleva es su iglesia. Aunque actualmente es un amasijo de piedras carcomidas por los fuertes vientos que azotan la bahía, su campanario termina por delatar la lozanía de la que presumió en otros tiempos. A sus pies se extiende el pueblo salinero. Casas bajas y encaladas, con un banco en la fachada, una minúscula puerta y una ventana hacia la calle.
De la Almadraba de Monteleva parte una carretera que trepa en un alarde de desafío por los precipicios, los barrancos y los acantilados. Uno cree ascender hasta un planeta en el que sólo priman dos colores: el azul del cielo y la mar, y el cárdeno de la roca y la tierra.
En el vértice más suroriental de la península Ibérica se alza un faro construido en el año 1861 sobre el primitivo castillo de San Francisco de Paula. Abierto en sus faldas está el mirador de las Sirenas. Este arrecife se retuerce entre la furia del mar por una suerte de roquedades de origen volcánico similares a la punta del Dedo, otra caprichosa chimenea de lava levantada hace quince millones de años.

Playas paradisiacas
San José es la capital del parque natural. En ella se concentra el mayor número de empresas de turismo activo de la zona. Su puerto deportivo y su delicioso paseo marítimo no quedan lejos de dos de las playas más emblemáticas de toda Almería: la de los Genoveses y la del Mónsul, de belleza extraordinaria con su gran roca en mitad de la arena, próxima a una duna rampante que arropa un puñado de calas vírgenes.

Desierto de Tabernas
Lunar, insólito y minimalista, en el norte del parque del Cabo de Gata se encuentra Tabernas, el único desierto que le queda a Europa. Aquí sólo reina el sol, un sol justiciero que para muchos evoca paisajes del Texas americano, de la llanura saudita o la estepa andina. De hecho, Tabernas ha sabido explotar con inteligencia sus singularidades. No existe en España un escenario más cinematográfico. Por sus sedientas llanuras se han rodado más de trescientos spaguetti westerns.
En la cercana localidad de Tabernas encontramos un paisaje de casas blancas, iglesias barrocas y castillos fronterizos.Similar impresión hallaremos en la vecina localidad de Sorbas: viviendas encaladas, miradores hacia los fondos del valle, callejas estrechas y plazuelas minúsculas. Las entrañas de Sorbas están horadadas por una suerte de cuevas inmensas sostenidas por enigmáticas columnas cársticas y paredes de fantasmagóricas formas. Este paraje natural recibe el nombre de Karst en Yesos, y es una más de las muchas originalidades que atesoran los paisajes de Almería.

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