En un recorrido de escasos kilómetros, el Valle de Boí, en la esquina norte de la provincia de Lleida, alberga un conjunto excepcional de obras de arte románico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además, en el Valle de Boí se pueden contemplar las actividades tradicionales de la comarca, degustar la gastronomía de montaña y disfrutar con caminatas por el Parque Nacional de Aigüestortes. Como la mayor parte de los valles del Pirineo, Boí es de origen glaciar y se estructura en torno a un río, el Noguera de Tor, que lo surca a lo largo de 22 kilómetros. En lo más alto se sitúan las pistas de esquí de Boí-Taüll y la estación termal de Caldes de Boí, mientras que junto al río se distribuyen pequeñas aldeas, como Castilló de Tor, que apenas cuenta con trece habitantes. En la actualidad, estos pueblos se enfrentan al dilema de tener que elegir entre actividades tradicionales como la ganadería u optar por el turismo, que ofrece beneficios más suculentos. La cría de vacas siempre ha sido muy importante para los habitantes de esta región. Precisamente, este animal totémico del Pirineo fue el origen del nombre Boí, ya presente en textos medievales. La iglesia de Sant Feliu, templo de una sola nave y de torre cuadrada, es una buena introducción al románico del Valle de Boí. En la localidad de Erill la Vall, junto a la iglesia de Santa Eulàlia, se encuentra el Centro de Interpretación del Románico, que muestra los orígenes históricos de este arte medieval. Una decena de kilómetros más adelante, se hallan las espléndidas iglesias de Sant Climent de Taüll y de Sant Joan de Boí. Las pinturas murales que decoran los ábsides y paños de pared del interior de ambos templos son conocidas mundialmente; los originales se conservan en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Barcelona. Especialmente conocido es el Pantocrátor de Sant Climent, una de las piezas más emblemáticas del románico y una de las primeras obras maestras de la pintura occidental.

Llegar y desplazarse
Barruera se sitúa 134 km al norte de Lleida. Desde esta ciudad se conduce por la N-230 hasta El Pont de Suert y desviarse después por la C-500, la carretera que penetra en el valle. La capital leridana se comunica por autopista con el resto de la Península: Madrid se sitúa a 555 km; Zaragoza a 290 km; Barcelona a 300 km. Lleida está conectada con Zaragoza y Madrid por una línea de de tren de alta velocidad y con Barcelona por una línea regular (www.renfe.es). El coche es la mejor opción para desplazarse por la zona.

Dónde dormir
Las opciones de alojamiento abarcan desde hoteles de diversa categoría a pensiones, apartamentos y un balneario. Destaca la oferta de turismo rural (www.casasruraleslleida.com). Para más información, consultar la web www.vallboi.com, que permite reservar por internet.

Balneario de Caldes de Boí
Esta población, a 6 km de Boí, es famosa por sus aguas termales, cuyos beneficios para la salud ya eran utilizados en tiempos de los romanos. Su prestigioso balneario ofrece tratamientos de salud y de belleza (www.caldesdeboi.com).

Centro del Románico
El conjunto de iglesias románicas del Valle de Boí son Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000. En el pueblo de Erill la Vall, a 4 km de Barruera, se sitúa el Centro del Románico (Tel. 973 696 715), cuya visita es imprescindible. Se aloja en un edificio adosado a la iglesia de Santa Eulàlia, donde se inicia la Ruta del Románico por los templos del valle. En las salas del Centro se explica el origen de este arte medieval, que floreció en los siglos xi y xii. También se realizan exposiciones y se organizan rutas con guía, en verano según un horario establecido y el resto del año con un servicio personalizado que permite escoger las etapas.

Las iglesias del valle
Además de Santa Eulàlia de Erill la Vall, la ruta visita las iglesias de Sant Feliu de Barruera (siglo xii), erigida en un paseo arbolado junto al río Noguera de Tor; Sant Quirc de Durro, aldea de montaña situada a 3 km de Barruera; Santa Maria de Cardet, ya documentada en 1096; L’Assumpció, en la población de Cóll; Sant Joan de Boí, el templo más antiguo del conjunto (siglo xi); y Sant Climent de Taüll, con un esbelto campanario, hito arquitectónico de su época. Muchas iglesias tienen frescos que decoran los muros interiores; los frescos de las iglesias de Boí y Taüll son réplicas de excelente calidad, ya que las originales se exhiben en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Barcelona (www.mnac.es).

Parque Nacional
El Valle de Boí es el acceso occidental del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. En la localidad de Boí se sitúa la Casa del Parque, donde informan sobre los recorridos y las normativas.
El acceso a pie es libre, pero el tráfico rodado está prohibido, salvo para los taxis todoterreno que salen de la plaza Mayor de Boí (Associació de Taxis Vall de Boí: Tel. 973 396 314). Sólo se puede pernoctar en el parque en los refugios que hay dentro de sus límites: los más próximos a Boí son el Josep M. Blanc y el Ventosa i Calvell (www.jmblanc.com / www.refugiventosa.com); en invierno conviene consultar qué días están abiertos.
Existen numerosas posibilidades para disfrutar del parque a pie, desde cortos paseos hasta ascensiones a cumbres de 3.000 metros de altitud y caminatas a alguno de los 200 lagos o estanys. Una de las rutas más accesibles desde Boí pasa por los saltos de agua del Toll de Mas y llega a los lagos de Llong y Llebreta, siguiendo los meandros del río Sant Nicolau. Otra opción es cruzar en taxi a la zona este del parque para contemplar los Encantats (2.745 m), los dos picos gemelos que se reflejan en las aguas del lago Sant Maurici. Para los montañeros con experiencia, existe la travesía Carros de Foc (www.carrosdefoc.com), que une los refugios del parque: http://reddeparquesnacionales.mma.es.

Principales visitas
Castilló de Tor. El primer núcelo de población del Valle de Boí. Tiene menos de quince habitantes y cuenta con un puente medieval de un solo arco.
Barruera. Centro administrativo del Valle de Boí, puede ser la base para conocer los pueblos de la zona. Merece la pena visitar su iglesia, Sant Feliu de Barruera, situada fuera del núcleo urbano. A 3 km se halla la aldea de Durro, cuya ermita de Sant Quirc es el templo más pequeño de los que componen el conjunto Patrimonio de la Humanidad.
Erill la Vall. Aquí se halla el Centro de Interpretación del Románico, cuya visita es indispensable para apreciar este estilo artístico. El centro está adosado a la iglesia de Santa Eulàlia, ejemplo del románico del Valle de Boí. Tiene un elaborado conjunto escultórico de madera en su interior.
Boí. El pueblo que da nombre al Valle de Boí es hoy un centro de actividades deportivas y de rutas por el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici (aquí se halla la Casa del Parque). La carretera principal lleva hasta la estación de esquí de Boí-Taüll. Su iglesia,Sant Joan de Boí, forma parte del grupo de templos declarados Patrimonio de la Humanidad.
Iglesia de Sant Climent de Taüll. Con Santa Maria de Taüll, Sant Climent es uno de los emblemas artísticos del Valle Boí. Su característico campanario y, en el interior, la pintura mural del Pantocrátor, representan una evolución en el arte occidental.
P. N. Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. El gran espacio protegido de los Pirineos catalanes ofrece una perspectiva menos conocida desde esta vertiente. La Casa del Parque está en el pueblo de Boí, desde donde se organizan rutas guiadas. El lago de la Llebreta y el salto del Toll de Mas son dos de los lugares más próximos a las zonas habitadas del valle.
Caldes de Boí. Este centro termal se localiza en la cabecera del río Noguera de Tor. Los beneficios de sus aguas ya eran conocidos entre los romanos.

Actividades deportivas
El valle de Boí es un destino perfecto para practicar el senderismo, la bicicleta de montaña, el descenso de barrancos y las rutas a caballo. En Boí existen empresas especializadas y también hoteles que ofrecen un amplio programa de actividades al aire libre. En invierno, el deporte protagonista es el esquí, por la proximidad de la estación Boí-Taüll (www.boitaullresort.es).

Gastronomía
En el Valle de Boí pervive la cocina tradicional de alta montaña. Destacan los guisos con carne de cordero, como el freginat –hecho con sangre, hígado y una salsa agridulce de miel– y el palpís –pierna a la cazuela con hierbas aromáticas–. Muchos platos incluyen butifarra y embutidos como el xolís, la secallona y el gosset –distintos tipos de longaniza–. Los embutidos son una de las compras recomendables en la zona, junto con la ratafia, un licor digestivo. Durante los meses de otoño abundan los platos cocinados con diversos tipos de setas.

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