Desde China pasando por Siria y Turquía hasta llegar a Europa. Subidos en caravanas, los antiguos comerciantes cruzaban el continente asiático con destino al Mediterráneo. En su camino encontraban tesoros arquitectónicos y paisajes irrepetibles. Y fue así durante más de dos mil años. Las ciudades clave de la Ruta —Samarcanda, Bujara y Jiva— poco a poco se enriquecieron de las estelas culturales que dejaban tras de si sus visitantes y gobernadores.
La primera ciudad de este trayecto es Bujara. Conquistada por los árabes en el 709 se convirtió con el paso del tiempo en el segundo centro de peregrinación después de la Meca. Por tanto, no es de extrañar que en su interior se alcen cientos de mezquitas y madrazas. Los complejos arquitectónicos imprescindibles son Poi-Kalan y Lyabi-Hauz, junto con el mausoleo de Suman y la madraza de Ulugh Beg. Bujara puede ser admirada a vista de pájaro desde la cima del minarete de Kalon. Desde arriba se observa el trajín de los talleres artesanales que pueblan la zona. En la mezcla de espiritualidad, arte e historia se tiene la sensación de que en Bujara el tiempo tuvo que detenerse alguna vez para avanzar a un ritmo inexistente. Cinco horas por carretera son las necesarias para llegar a Samarcanda, que a pesar de tener un aspecto moderno, es la ciudad más antigua todavía habitada. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 2001, cuenta entre sus tesoros la gran plaza de Registán. La Tumba de Tamerlán —célebre conquistador mongol del siglo XIV—, la necrópolis de Shahr-i-Zindah y el observatorio astronómico de Ulugh Beg merecen sin duda ser visitados. Jiva no desilusiona: los minaretes de Kalta Minor o el de Islom Huja, la mezquita de Jumma, las milenarias murallas de Ichan Qala o la ciudad oasis de Karakum no tienen parangón. Con tan solo unas escalas aéreas, el viajero puede transportarse desde el presente al pasado más hermoso de oriente.
Documentación
Para viajar por Uzbekistán se requiere pasaporte, con una vigencia mínima de tres meses, y visado. Conviene tramitar un visado con entradas y salidas múltiples del país, pues es posible que durante el viaje se cruce la frontera para visitar alguna ciudad. Para viajar por libre, el visado requiere una carta de invitación personal. La embajada uzbeka más próxima está en París (http://www.oaric.com/ouzbekistan.htm).
Es obligatorio presentar la documentación en la policía (OVIR) antes de las 72 horas de estancia en el país. Se recomienda llevar siempre encima el pasaporte y el visado, ya que la policía uzbeka puede solicitarlo en cualquier momento. Los circuitos monumentales no plantean problemas de seguridad. Si se realiza una ruta por libre hay que saber que existen restricciones de paso en ciertas localidades y zonas de frontera. Información sobre visados, sanidad y seguridad en la página del Ministerio de Asuntos Exteriores: http://www.maec.es/
A tener en cuenta
El sum (UZS) es la moneda nacional; 1 € equivale a 1.643 sums. Es preferible llevar dólares para cambiar moneda local. Está totalmente prohibido sacar o introducir la divisa nacional del país. El idioma oficial es el uzbeko. Algunos habitantes hablan ruso y muy pocos, inglés. El huso horario es cinco horas más que en la Península. El clima es continental, extremo y muy seco. Los veranos son muy calurosos y los inviernos, muy fríos. No es obligatorio vacunarse, pero se aconseja llevar algún fármaco antidiarreico, analgésicos y los específicos que se requieran en caso de afecciones crónicas.
Cómo llegar
Desde España no hay vuelos directos hasta Uzbekistán. Se accede al aeropuerto de Tashkent, la capital uzbeka, vía alguna ciudad europea como Londres, Frankfurt o Estambul, con la línea área de Uzbekistán o con Turkish Airlines.
Cómo moverse
Lo más recomendable es alquilar un coche con conductor a través de alguna agencia local fiable. Ésta es la opción más segura puesto que no todas las carreteras se encuentran en buen estado, ni bien señalizadas. Además hay pocas gasolineras y algunas carreteras están cortadas.
Alojamiento
La oferta de alojamiento es muy variada, sobre todo en la capital y en las ciudades más turísticas. La gama abarca desde hoteles internacionales de cuatro estrellas hasta modestos hostales con baño compartido (www.orexca.com).
Las principales visitas
Tashkent. Actual capital de Uzbekistán en la que predomina la estética urbanística soviética. Atesora edificios como la madraza de Barak-Khana y la mezquita del Imán Kharsy. Destaca el popular bazar de Chor-Su, donde se vive el auténtico ambiente de la región.
Jiva. Esta pequeña ciudad situada en la frontera de Turkmenistán, está considerada como la mejor conservada de Asia Central. Su centro –inaccesible en vehículo– está presidido por dos minaretes: el Kalta Minor y el Islom Huja. Ambos se hallan en la ciudadela que ocupa el centro de la ciudad, Ichan Qula, donde también se encuentra la mezquita de Jumma.
Samarcanda. Con más de 2.700 años de antigüedad, y a pesar de haber sido destruida en diversas ocasiones, su centro conserva algunos de los edificios de la época de Tamerlán (siglo XVI). En la plaza del Registán, uno de los conjuntos arquitectónicos más relevantes, se visitan las madrazas de Uglehbek, Sher Dor y Tilla-Kari. Los restos de Tamerlán descansan en el pequeño mausoleo de Guri Emir. En las afueras de la ciudad destaca la necrópolis de Shahr-i-Zidah, un conjunto de mausoleos, bellamente decorados, que se alinean en una estrecha calle.
Lago Aydarkul. Situado a 250 km tanto de Bujara como de Samarcanda, forma uno de los paisajes más insólitos del país. Se trata de un gran lago salino al que se llega tras cruzar el desierto de Kyzil Kul. Se suele hacer una excursión a este paraje pernoctando en yurtas, las tradicionales viviendas de los nómadas de Asia Central.
Tashkent
La capital de Uzbekistán es la mayor ciudad de Asia Central. En sus calles conviven madrazas (escuelas coránicas) del siglo XVI con modernos museos, teatros y bibliotecas. Tashkent cuenta con una línea de metro y varias de autobuses para trasladarse por la ciudad.
Jiva
Esta ciudad fronteriza con Turkmenistán aún mantiene gran parte del encanto que la hizo parada de las caravanas de la Ruta de la Seda. La ciudadela de su barrio viejo se denomina Ichan Quala y conserva dos minaretes feudales, el Kalta Minor y el Islom Hujal, así como la mezquita Jumma, con 218 columnas.
Bujara
El barrio histórico de esta ciudad fue declarado Patrimonio de la Humanidad por sus edificios del periodo premongol, como el mausoleo de los Samanidas. La visita por el centro no debe perderse la madraza Mir-i-Arab, la plaza Labi-Hauz y alguno de los mercados cubiertos.
Samarcanda
Con 2.700 años de historia, es una de las ciudades más antiguas del mundo que todavía están habitadas. La joya de la ciudad es la plaza Reguistán, con sus tres imponentes madrazas, pero también destacan la necrópolis de Shahr-i-Zidah, el famoso observatorio astronómico de Ulugh Beg.
Las Yurtas
Dormir en la vivienda tradicional de los nómadas es una estupenda opción para conocer la vida de la estepa. En Uzbekistán existen varios campos de yurtas –modestas, pero bien acondicionadas– para viajeros occidentales. Yurta Karakalpaca se halla junto al lago Aayaz-kala, a unos 90 km de Urgench; permite visitar dos fortalezas en las colinas y realizar un paseo en barco por el lago. Yurta Kazakha se localiza cerca de la ciudad de Nurata, a casi 250 km de Samarcanda; se puede montar en camello, adentrarse en el desierto de Kyzyl Kum y acercarse hasta el lago Aydarkul, la mayor reserva de agua dulce de la región. Por la noche es posible degustar el plato de la estepa, el beshbarmak. (www.orexca.com).
Actividades deportivas
Las regiones montañosas permiten la práctica de variados deportes. En verano, trekking, rafting, descenso en canoa y montañismo; en invierno, se organizan salidas en helicóptero para los amantes del esquí y del surf extremo.
Gastronomía
El plato típico uzbeko es el plov, con el arroz como ingrediente principal, al que se añade carne de ternera, pasas, zanahoria, cebolla, ajo y especias. Es un plato sencillo y tradicionalmente se cocina en sartenes grandes y hondas.
Otro de los productos nacionales es el pincho moruno de carne de cordero. Existe una gran variedad, desde los más sofisticados, con tomates y cebollas intercalados, hasta los más modestos, sin ningún otro producto que la carne.
El té es la bebida más popular y se toma a todas horas. Se sirven principalmente dos variedades, el té negro y el té verde.
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