Islas Griegas

Paisaje, tradición, naturaleza, historia y gastronomía. El conjunto insular griego situado en su vertiente más oriental posee todas las cualidades deseables para un tranquilo viaje en velero. Su nombre remite a la palabra griega dodeca ―doce―, número originario de las islas mayores de la costa de Anatolia (península que pertenece actualmente a Turquía). El recorrido se inicia en Castelloritzo (isla en la que se rodó la oscarizada Mediterraneo, en 1991). Los Caballeros de San Juan desembarcaron en el s.XII para protegerla religiosa y militarmente. La fortaleza ―llamada antiguamente “Castello Rosso”― terminó prestando su nombre a la isla.
Cruzando el mar infestado de bellos delfines se llega al puerto de Rodas, Madraki. Ante tanta belleza, cabe preguntarse sobre el misterioso paradero del todavía desaparecido Coloso de Rodas (s.III a.C). La historia se hace latente en todo el casco antiguo ―declarado Patrimonio de la Humanidad― a través de sus eclécticos estilos arquitectónicos con referentes griegos, judíos o turcos. Para profundizar más en sus vestigios, el Museo Arqueológico o la mezquita de Solimán el Magnífico son visitas imprescindibles, junto con la población cercana de Lindos, declarada Conjunto Histórico Nacional.
Otro tipo de excursiones posibles pueden realizarse en las laderas de Filérimos o el valle de Pateloúdes, donde la naturaleza se expresa de un modo espectacular, ya sea mediante la vegetación (eucaliptos, pinos y cipreses en Filérimos) o la fauna (mariposas de Pateloúdes).
A un trayecto más en velero se encuentra la isla de Tilos. De repente el tiempo se detiene; para moverse por la isla el transporte principal es el burro. Tal y como sucede en la vecina Nikia, el paisaje cotidiano está formado por un conjunto de imágenes de playas de ensueño y poblaciones poco frecuentadas ante la atenta mirada de un volcán. El folklore se mantiene intacto en todas ellas, el puerto de Diáfani ―en Cárpatos― es un verdadero tesoro en este sentido.

Las islas del archipiélago más oriental de Grecia se dispersan por el sudeste del mar Egeo, muy cerca de las costas de Turquía. Lo forman una docena de islas, de las que Rodas es la capital.

A tener en cuenta
Se puede viajar a Grecia con el DNI. La moneda es el euro. La mejor época para viajar al archipiélago es en primavera o a principios de verano, cuando el clima es agradable y la afluencia de visitantes es menor.

Cómo llegar
Desde Madrid y Barcelona, varias compañías llegan hasta Atenas, la capital griega, donde se puede conectar con vuelos internos a las islas de Rodas, Cárpatos y Castelloritzo. En temporada alta, desde España también hay vuelos chárter directos a Rodas. Otra forma de llegar a las islas del Dodecaneso es en barco, desde el puerto ateniense del Pireo.

Dónde alojarse
El Dodecaneso está preparado para acoger a los visitantes en su amplia red hotelera. Aún así, en temporada alta es recomendable reservar habitación. En las islas pequeñas se ofrece hospedaje en casas particulares. La agencia GrecoTur (www.grecotur.com) actúa como central de reservas.

Moverse por las islas
Lo mejor es enlazar las islas con los servicios de ferries regulares; en todos los puertos de llegada hay oficinas que informan de los horarios. Muchas islas tienen autobuses que unen sus pueblos, además de taxis que se ofrecen para excursiones –pactar antes el precio del recorrido–. Sin embargo, lo mejor es alquilar un automóvil, un ciclomotor o una bicicleta, según la extensión de la isla (www.greeka.com).

Navegación
La forma idónea para disfrutar del Dodecaneso es a bordo de un crucero en velero. Se pueden contratar en España, en Atenas o en las islas mayores a través de empresas especializadas como GrecoTur (www.grecotours.com) o Aproache (www.aproache.com).

Rodas monumetal
Lacapital de Rodas, de igual nombre, destaca por su ciudad vieja amurallada, fácil de visitar a pie. Conserva vestigios de las épocas romana, bizantina, otomana y edificios medievales de la orden de los Grandes Mestres. Destaca el baluarte, que abre a diario y se visita con guía. Para desplazarse por la isla es preciso alquilar un coche o coger el autobús que sale del puerto de Rodas y recorre la costa. Merece la pena detenerse en Lindos, con una acrópolis del siglo III a.C. Otros pueblos que destacan en Rodas son Koskinoú y el turístico Faliráki.

Castelloritzo
La isla más oriental de todas se sitúa a 2,5 km de la costa turca. Se llega en avión o en barco desde Rodas, a 118 km. Desde el puerto de Pigadia, lleno de tabernas y casas encaladas, hay empresas que organizan excursiones, como la que lleva a la cueva de Perásta, o salidas al mar para ver focas.

Las islas del oeste
Tilos, Nísiro y Syme son las islas menos visitadas, conectadas sólo por mar. La isla de Tilos es conocida por su riqueza ornitológica. Desde el puerto de Livádia parten excursiones hasta el pueblo de Megálo Horió y a la playa de San Antonio.
Al norte de Tilos está Nísiro, de sólo dos kilómetros de ancho, presidida por el puerto Mandráki. Su atractivo radica en la geología volcánica que se contempla en el centro isleño, al que se llega en autobús desde Mandráki. Éste medio pasa por aldeas marinera como Nikiá, con casas de colores y mosaicos de guijarros.
El transbordador también es la conexión para llegar al puerto de Gialós, en Syme, isla famosa por sus de esponjas naturales.
A pesar de su reducido tamaño, tiene casas del siglo XIX, cuando fue un retiro estival. En el sur destaca el monasterio de Taxíarchi Michaïl Panormití –cerrado los lunes– que conserva un icono de San Miguel, patrón de Syme y de los marinos.

Cárpatos, en el sur
A la isla más meridional del Dodecaneso se llega en ferry oen avión. Entre las principales visitas que ofrece está el pueblo de Olimpos, en el norte, ejemplo de arquitectura tradicional. La isla tiene rutas de senderismo como la que lleva entre molinos al monte Kalímni (685 m), en el centro, o al místico enclave de Vrokoúnda, en el norte, pasando por las ruinas de un asentamiento frigio que data del siglo VI.

Chalki
Entre Tilos y Rodas, esta pequeña isla fue la cuna de un mosaico típico del archipiélago, el choklakia, de guijarros negros y blancos.

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