Túnez

En una ubicación privilegiada del norte de África, colindante con Libia, Argelia y las aguas del mar Mediterráneo, se asienta Túnez, un país de grandes contrastes naturales, en el que se mezclan un litoral de 1.300 kilómetros, el desierto y las dunas saharianas, palmerales y oasis, y yacimientos arqueológicos que se remontan en el tiempo a tres mil años, cuando los tunecinos tejían sus lazos comerciales y culturales con el resto de pueblos mediterráneos.

Cómo llegar
Tunisair (Tel. 915 419 490 y 934 881 005) ofrece vuelos que, en menos de dos horas, enlazan Madrid o Barcelona con Túnez capital. Desde esta ciudad, se puede conectar con vuelos a otros aeropuertos del país, como el de la isla de Djerba o el de Tozeur, la tradicional puerta de entrada a los oasis del sur.

Cuándo ir
El clima en Túnez es templado y suave durante todo el año. La mejor época para el viaje es el inicio y el final del verano –mayo y septiembre–, ya que los meses centrales del estío son demasiado calurosos. La época más lluviosa suele abarcar los meses de diciembre a febrero.

A tener en cuenta
Los españoles que viajan a Túnez sólo precisan llevar el pasaporte en regla para estancias inferiores a los tres meses. Para viajes con una mayor duración, es mejor consultar por los requisitos en la Embajada de Túnez, en la avenida Alfonso XIII, nº 64-68. 28016 Madrid. Tel. 914 473 508. De los casi diez millones de tunecinos que residen en el país, millón y medio lo hacen en la capital. El 98% de la población es musulmana; el resto son de credo cristiano y judío. La moneda es el dinar tunecino que se divide en mil millimes; 1 euro equivale a 1, 54 dinares. El euro se cambia sin problema en los bancos y casas de cambio de las principales ciudades de Túnez y en los aeropuertos. No existe ninguna prevención sanitaria obligatoria para visitar Túnez, aunque, en zonas aisladas del sur, es mejor ser precavidos con el agua sin embotellar y con alimentos crudos, como carnes, frutas y verduras.

Moverse por el país
En los principales enclaves turísticos de Túnez, como los oasis de Tozeur, Nefta y Douz, y poblaciones como Matmata, hay agencias de viaje en las que se alquilan vehículos todoterreno –la mejor opción para penetrar en el sur del país–; éstos se pueden conducir por cuenta propia, aunque es más recomendable contratar una excursión con los servicios de un experto guía-conductor. Los circuitos por el sur pueden ser de un sólo día o durar varias jornadas. Otra opción es utilizar la red nacional de autocares que enlaza los principales pueblos del país; dado que suelen ir muy llenos, lo mejor será sacar el billete con anticipación. Para viajar hasta Djerba, además del avión, se puede llegar en coche desde el continente, por la calzada artificial de El Kántara, o por mar, con el servicio regular de ferry –muy económico– que sale desde Jorj. El relieve suave de esta isla mediterránea favorece que la bicicleta sea un medio de transporte habitual.

Principales visitas
Tamerza. Junto con Chebika y Mides son tres magníficos oasis de montaña. Hoy abandonados, su pasado y su entorno les convierten en visita obligada.
Tozeur. Gran productor de dátiles, este oasis destaca por su arquitectura de ladrillo ocre y dibujos geométricos visible sobre todo en la medina. La mejor vista del palmeral se obtiene desde la roca de Belvédère.
Chott el-Jerid. En su retiro hacia el este hace miles de años, el mar Mediterráneo dejó olvidadas grandes placas de sal, conocidas en Túnez como chott. En la actualidad, estos lagos salados se sitúan en el sur de Gafsa y cubren una amplia región de 90.000 kilómetros cuadrados.
Matmata. El atardecer es la mejor hora para disfrutar de la belleza del entorno árido de este pueblo de viviendas trogloditas.
Chenini. Pueblo bereber con cuevas trogloditas y antiguos graneros integrados en la ladera de una colina calcárea.
Ouled Sultane. Es el qsar que muestra las gorfas –graneros– mejor conservadas de Túnez.
Isla de Djerba. En su capital, Houmt Souk, destacan los zocos y el puerto, con sus vasijas de barro –fabricadas en Guellala– para pescar pulpos. Hay que visitar la sinagoga de La Ghriba.

Actividades
Una experiencia interesante es realizar una travesía en camello por el sur de Túnez, al estilo de las antiguas caravanas que cruzaban el desierto, en busca de sal; se contratan, sobre todo, en los grandes hoteles. Otra excursión original que puede hacerse es un recorrido por las gargantas del río Selja con el tren Lagarto Rojo que, desde Metlaoui, un pueblo situado al norte de Tozeur, realiza paseos de dos horas de duración. En los últimos tiempos, en Túnez se han puesto de moda actividades más de «aventura» como el esquí sobre dunas en Douz, los paseos en globo en Tozeur, o la observación de fauna y flora en varios enclaves.

Gastronomía
La cocina tunecina contiene ingredientes básicos de la gastronomía mediterránea –aceite de oliva, frutos del mar, carnes y verduras–, añade un sinfín de especias –comino, clavo, hierbabuena, cilandro y canela– y culmina con harissa, un condimento a base de pimientos molidos, que es un elemento diferenciador de otras cocinas del Magreb. Entre los platos tunecinos más típicos se encuentran guisos con carne de cordero o de pollo, cuscús a base de sémola de trigo, ensalada mechuia con puré de verduras asadas y las típicas empanadas al horno –tayín– o fritas –brick–, rellenas de verdura, marisco, pescado, carne, atún, queso o huevo. Los dátiles tunecinos son famosos igual que postres de almendra y miel, como el que se llama cuerno de gacela. Entre las bebidas típicas no ha de faltar el té con menta o piñones, el lagmi –una savia de palmera– y el thibarine –un aguardiente típico, a base de dátiles.

Compras
Entre las artesanías que pueden contemplarse en los zocos y mercados de Túnez destacan la cerámica, el hierro forjado, los kilims y alfombras decoradas con motivos geométricos, la cestería de mimbre o de hojas de palmera, bolsas de cuero, piezas de cobre y muebles tallados con madera de olivo. En los mercados de Tataouine, Matmata y Djerba tienen fama las joyas en plata vieja de origen bereber; en la isla también destacan losobjetos de arcilla que se moldean en los talleres de Guellalla. Ubicados en un laberinto de pasadizos –como en Gabés o Tozeur– o junto a las dunas –como el mercado semanal de Douz–, los zocos del sur de Túnez son más genuinos que los de enclaves del norte, más turísticos. En ellos se apilan tapices y alfombras de lana –decoradas con motivos geométricos– junto a dátiles, rosas del desierto, henna y especias. También se ven bolsas de cuero, piezas de cobre y de latón, sombreros de esparto, sandalias del desierto y babuchas, vasijas de cerámica o las bellas joyas de origen bereber con filigranas, perlas o esmaltes, de las que los artesanos del zoco de Houmt Souk, en Djerba, son grandes maestros.

Citas de interés
En el mes de diciembre, el sur tunecino tiene dos citas con la cultura y la tradición. En Douz se celebra el Festival del Sahara, uno de los más vistosos del país, en el que se contemplan bailes antiguos, luchas sobre camellos, bodas tradicionales con trajes y alhajas bereberes y carreras entre soldados de origen beduino. En el mismo mes, pero en Tozeur, se realiza el Festival de los Oasis, que ofrece conciertos y actuaciones en las calles y demostraciones de recogida de dátiles en los palmerales de su oasis.

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