De Brujas se ha dicho que es la Venecia del Norte, y aunque es cierto que el agua es un elemento esencial en el paisaje de la ciudad, la capital flamenca tiene, no obstante, una personalidad propia y no admite ningún tipo de comparaciones. Su intrincada red de canales y su aire medieval y señorial evocan su pasado mercantil: en el siglo XIII la clase burguesa creó un imperio textil basado en la importación y exportación de tejidos y tapices a través del estuario del Zwyn y del mar del Norte. Restringido el acceso en coche, Brujas se debe recorrer a pie, en bicicleta o en barca. Las plazas Burg y Markt, las dos más importantes, marcan el inicio de un recorrido por el centro histórico de la ciudad. En la del Burg se erige la Basílica de la Sagrada Sangre, que según la tradición conserva unas gotas de la sangre de Cristo. El edificio más característico de la plaza Markt, en la que se concentra el bullicio urbano, es la torre Beffroi o Belfort, del siglo XIII, con 83 metros de altura y 47 campanas. Después de subir los 366 escalones que conducen a su cúspide se puede gozar de una panorámica a vista de pájaro sobre los tejados y calles. El mecenazgo que impulsaron los burgueses, en épocas de prosperidad, hizo de Brujas una de las mayores pinacotecas de Europa, con museos repletos de obras maestras de la escuela flamenca, como el Groeninge y el Memling. Otra de las joyas artísticas que atesora la ciudad es La Virgen con el Niño (1504-1505), obra de Miguel Ángel, que fue donada por un comerciante agradecido. Y para reponer fuerzas, nada mejor que degustar algunas de las especialidades de la cocina flamenca, como los mejillones al vapor con patatas fritas o los tomates rellenos de camarones, todo acompañado de cerveza blanca local.

Esta ciudad del norte de Bélgica fue uno de los principales puertos comerciales de Europa entre los siglos xiii y xiv. Testigos de este pasado son los palacios, iglesias y otros tesoros artísticos que se conservan en su centro histórico, declarado en 2000 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

A tener en cuenta
Cualquier época es buena para visitar Brujas, pero vale la pena aprovechar los días de temporada baja de primavera y otoño para encontrar menos turistas y precios más asequibles. Para viajar a Bélgica, los ciudadanos de la Comunidad Europea sólo precisan el documento nacional de identidad. La zona tiene un clima centroeuropeo suave, con temperaturas medias de 19 0C en verano y 3 0C en invierno. Bélgica es un país de la zona euro y sus idiomas oficiales son el flamenco, el francés y el alemán, aunque en Brujas predomina el primero. No hay diferencia horaria con la Península.

Cómo llegar
Compañías aéreas nacionales, internacionales y de bajo coste vuelan desde diversas capitales españolas hasta el aeropuerto de Bruselas, la capital del país. La distancia entre esta ciudad y Brujas es de 98 km, que pueden realizarse por autopistas y en tren, en trayectos de una hora. Se pueden consultar horarios y conexiones en: www.b-rail.be.

Moverse por la ciudad
La mejor forma de recorrer el centro medieval de Brujas es paseando a pie o en bicicleta. La ciudad cuenta con una amplia red de carril bici. Muchos hoteles ponen a disposición de sus clientes este medio de transporte y también se pueden alquilar en la estación. Otra opción es pasear por el centro en coche de caballos, que salen desde la plaza del Markt. Las oficinas de turismo organizan rutas guiadas como «Brujas, ciudad de arte», que se inicia en la plaza del Burg y visita lo mejor del centro.
Surcar en barca los canales de Brujas permite contemplar la ciudad desde otra perspectiva. Existen distintos itinerarios y muelles donde iniciar la excursión. El más céntrico es el Rozenhoedkaai, situado cerca de la plaza del Burg, donde se inicia la ruta más monumental.

Alojamiento
Brujas dispone de una amplia oferta hotelera que abarca desde estrablecimientos más familiares de tres estrellas a otros de lujo. Es muy recomendable la opción bed & breakfast. Se pueden consultar las posibilidades y realizar reservas en la web: www.hotels-belgium.com. También existen albergues muy económicos (www.vjh.be).

Plaza del Burg
Este céntrico lugar es ejemplo del esplendor medieval de Brujas. Reúne algunos de los edificios más emblemáticos del centro medieval. La basílica de la Santa Sangre es uno de ellos. Se compone de dos capillas superpuestas: la inferior, erigida en el siglo xii, es románica, y la superior, de estilo gótico, fue reconstruida en el siglo xix. El interior conserva la reliquia de la sangre de Cristo, traída desde Tierra Santa por el conde de Flandes en la segunda cruzada. Junto a la iglesia se erige el Ayuntamiento gótico (siglo xiv). En él destaca la Sala Gótica, con una bóveda de madera y pinturas murales. Otro punto de interés es el palacio barroco del Preboste, antigua residencia del siglo xvii.

Plaza del Markt
Desde la Edad Media acoge el mercado al aire libre de la ciudad, hoy animado por terrazas de cafés y restaurantes. El monumento más emblemático de la plaza es la torre Belfort. Se trata de un campanario gótico de 83 m de altura, que fue construido entre los siglos xiii al xvi. Hay que subir los 366 escalones que conducen hasta el carrillón de 47 campanas, donde hay un mirador que ofrece la mejor panorámica de la ciudad. En el segundo piso hay instalado un museo dedicado a la historia del edificio. En la misma plaza también destaca el Palacio Provincial y el Salón de los Tejidos, donde se reunían los antiguos gremios.

Las mejores iglesias
Los cimientos de la catedral de San Salvador (siglos xi al xv) pertenecen al templo más antiguo de Brujas. En su interior conserva sepulcros medievales y una colección de pinturas flamencas de los siglos xvi al xviii. Muy cerca, por la calle adyacente Heilige-Geeststr, se llega a la iglesia de Nuestra Señora, con su torre de 122 metros, la más alta de Brujas. El interior acoge tesoros artísticos como una Madona con el Niño en mármol, obra de Miguel Ángel.

El Beaterio
Los beaterios eran recintos que surgieron en los Países Bajos durante la Edad Media, para acoger a las viudas y huérfanas que dejaron las Cruzadas. Con normas menos estrictas que los conventos, eran como ciudades en miniatura. El beaterio de Brujas fue fundado en 1245 y actualmente está habitado por monjas benedictinas. Para hacerse una idea de cómo se vivía hay que visitar la casa de la entrada, pues se conserva igual que en la época. Tras su visita, es recomendable seguir la calle Minnewater hasta el parque del mismo nombre donde hay un lago apodado «del amor», habitado por muchos cisnes, uno de los símbolos de esta ciudad.

Cerveza y chocolte
Entre las delicias gastronómicas de Brujas dos destacan sobre las demás: la cerveza y el chocolate. En Bélgica hay más de 400 tipos de cerveza, pero la típica de Brujas es la Blanche de Bruges (blanca de trigo). Un lugar ideal para degustarla es la cervecería De Halve Maan, de la que ya existe constancia en 1546. De este establecimiento es muy típica la Brugse Zot, una cerveza de alta fermentación. El local también incluye un pequeño museo (www.halvemaan.be).
El chocolate belga es famoso en todo el mundo. Los amantes de este producto no pueden perderse la visita al museo del chocolate Choco-Story, ubicado en una mansión de 1480. Su visita ofrece un recorrido por la historia de este producto, a través del olfato, la vista y el gusto (www.choco-story.be). Para hacer las compras más golosas es recomendable acudir a la confitería Sukerbuyc, famosa por sus chocolates y pralinés artesanales (www.sukerbuyc.be).

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