Desde Innsbruck, capital del Tirol austriaco, una ruta atraviesa el amplio valle del Inn y se adentra en lagos glaciares y cumbres conectadas por teleféricos. El macizo alpino de Karwendel, situado al norte de Innsbruck, ha preservado la autenticidad de sus paisajes y tradiciones a través de los siglos, gracias al equilibrio entre el desarrollo turístico y la conservación medioambiental. Innsbruck es una ciudad pequeña pero bulliciosa, atractiva por su escenario alpino y su centro histórico de origen medieval. El río Inn discurre paralelo a la carretera que sale de Innsbruck en dirección a Karwendel y pasa junto a una serie de pueblos encantadores, con casas de madera emplazadas en torno a una iglesia barroca y rodeadas de campos. Las cumbres de Karwendel se asoman más adelante, pero primero conviene detenerse en el amplio lago Achensee, al que llaman Mar del Tirol. Las profundas aguas, a veces revueltas por suaves oleajes, atraen a los surfistas. En primavera, el estridente carmín de la amapola salpica el paisaje, dibujando franjas entre la hierba y alrededor de las cabañas de madera, muchas de las cuales están aisladas a media ladera o agrupadas en pequeñas aldeas. La aristocracia austriaca ya descubrió, hace más de cien años, los placeres de caminar por los alrededores del Achensee. El refugio Erfurter, accesible en teleférico, es el punto de partida para explorar los picos del área más oriental, el macizo Rofangebirge.

Nuestro artículo se centra en la vertiente austriaca de este macizo alpino, fronterizo con Alemania. El viaje se inicia en Innsbruck, la capital de la región del Tirol, visita los pueblos tradicionales del valle del Inn y concluye con ascensiones a miradores de alta montaña.

A tener en cuenta
Para viajar a Austria sólo se precisa llevar el documento nacional de identidad. El idioma oficial es el alemán y la moneda, el euro. Karwendel y el resto de montañas alpinas son un destino apropiado todo el año, a partir de abril por ser escenario de rutas senderistas con vistas panorámicas y en invierno por su excelente oferta de esquí.

Llegar y desplazarse
Desde España no existen vuelos directos a Innsbruck y lo habitual es volar hasta Viena, a 479 km de distancia, o Munich, en Alemania, pero sólo a 166 km. De ambos aeropuertos salen autocares que conducen a la capital tirolesa; desde Viena también hay líneas de tren. Para este transporte es interesante comprar el abono Rabbit, que permite viajar por la zona, a precios más asequibles y sin límite de kilometraje durante cuatro días (www.oebb.at). Otra opción es alquilar un coche para viajar por libre: Innsbruck, en el oeste del país, está bien conectado por carretera. Ya en la zona, las líneas locales de autocares son buena alternativa para acceder a pueblos y parajes donde no llega el tren. Consultar trayectos en las webs: www.post bus.at y www.ivb.at.

Alojamiento
En Innsbruck se puede dormir en acogedores hoteles de categoría media, que ofrecen una excelente relación calidad y precio. En los pueblos de los alrededores y en la región de Karwendel destacan los hoteles familiares, posadas o wirtshaus, refugios de montaña y típicas granjas, que habitualmente se localizan entre prados con vistas magníficas de las montañas. En Pertisau hay varios balnearios. Consultar la oferta en: www.austria.info y www.hotels.or.at.

Visita de Innsbruck
La mejor forma de recorrer el núcleo histórico de la capital tirolesa es a pie. Se recomienda adquirir en las oficinass de turismo la Innsbruck Card: ofrece acceso gratuito al transporte público (autobús, tranvía y bus turístico), a museos, así como excursiones a los pueblos vecinos. El monumento más famoso de la ciudad es el Tejadillo de Oro –está recubierto con tejas de cobre dorado–, un balcón que mandó construir Maximiliano I en 1420 para asistir a torneos medievales. Muy cerca se sitúa la Catedral, que data de 1722. La ciudad cuenta con magníficos palacios del siglo xviii como el Imperial, barroco, y el Ambras, rodeado por jardines. La capital del Tirol ocupa el centro de una región privilegiada para la práctica del esquí: ha sido sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1964 y en 1976. Fuera del núcleo monumental vale la pena visitar el trampolín de salto de Bergisel. Más información sobre la ciudad y alrededores en: www.innsbruck.info.

Vistas panorámicas
Desde la capital tirolesa, varios telecabinas y funiculares ascienden hacia las montañas cercanas, puntos de partida de rutas panorámicas a pie o en bicicleta. El Nordpark, de reciente creación, llega en 20 minutos a Hafelekar, a 2.300 m. En una primera etapa se detiene en Hunberburg (a 853 m), donde se halla el zoo europeo a mayor altitud.

El valle del Inn
La carretera que sale de Innsbruck y se dirige hacia el norte sigue el curso del río Inn, y permite visitar pueblos de arquitectura alpina y restaurantes que ofrecen platos tradicionales. Volders (www. volders.tirol.gv.at), a 16 km, se distingue desde la lejanía por la torre de su iglesia barroca de San Carlos. Unos 7 km más adelante se llega a Weer, con las casas agrupadas en torno a su estilizada iglesia. A 10 km se ubica Schwaz (www.schwaz.at), con la iglesia gótica más grande del Tirol y, tras él, Wiesing (www.wiesing.tirol.gv.at), donde la ruta cambia de dirección y se dirige a Pertisau.

Pertisau y lago Achensee
La carretera que sale de Wiesing conduce al valle del lago Achensee (www.achensee.info), el mayor de la región, apodado el Mar del Tirol (tiene 19 km de longitud). La población más importante de sus orillas es Pertisau (www.pertisau.at), que tuvo su esplendor como enclave balneario del siglo xix. Cuenta con hoteles, restaurantes y empresas que organizan actividades náuticas, excursiones a aldeas cercanas y rutas de alta montaña.

Parque de Karwendel
Al oeste de Pertisau se extiende el Parque Natural de Karwendel, considerado uno de los parajes alpinos más impresionantes de Europa. La reserva cuenta con varios centros de visitantes, donde informan de posibles actividades, refugios e itinerarios de interés botánico, faunístico y geológico. Las rutas en bicicleta de montaña son otra de las posibilidades que brinda en primavera y verano la visita a Karwendel, ya que en invierno el protagonista absoluto es el esquí. Existen 45 rutas señalizadas que discurren entre suaves valles y bosques, y otras que ascienden por montañas. Por su accesibilidad destaca la subida al pico Sonnjoch (2.749 m); otra ruta emblemática llega hasta los arces centenarios de la pradera Grosser Ahornboden, y continúa hacia el valle de Risstal, en el oeste del parque, donde se sitúan la aldea de Hinterriss y el pico más alto de la reserva: el Birkkarspitze (2.756 m) (www.karwendel.org).

Cocina tirolesa
El clima de alta montaña marca la consistente gastronomía del Tirol. Entre los platos más típicos están la sopa de buey con bolas de sémola; el tafelspitz, un guiso de ternera hervida; o el specllnödel, unas albóndigas de migas de pan con panceta. El postre más popular en la zona es el apfelstrudel, un hojaldre con manzana y canela, y entre las bebidas destacan los vinos blancos del Tirol, la cerveza Grösser y el obstler, un licor de frutas.

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