En el Sáhara tunecino se mantienen vivas las tradiciones del pueblo bereber, una comunidad norteafricana que ha preservado la lengua y las costumbres de sus antepasados nómadas. El momento idóneo para descubrir este territorio de fortalezas, palmerales y dunas es durante los festivales del desierto que se celebran en invierno. Aunque el sur de Túnez se ha convertido en un destino —próximo a la Península Ibérica— con un gran magnetismo en cualquier época del año. Tozeur, localidad de raíces bereberes situada a unos 600 kilómetros al sur de la capital, Túnez, atrae la mirada del visitante: los minaretes de sus mezquitas se alzan sobre el verde y frondoso palmeral. La palmera datilera Phoenix dactilyfera crece aquí a razón de 300 ejemplares por hectárea, ofreciendo al caminante una sombra fresca y cargada del aroma de granados, higueras y otros frutales que crecen bajo su protección. El Festival del Oasis, que tiene lugar en Tozeur en noviembre, y el Festival del Sáhara de Douz constituyen la gran atracción de los festejos bereberes. Las carreras de caballos y camellos son muy populares durante estas celebraciones. Chebika y Tamerza, al norte del lago Chott el Jerid, son los oasis de montaña más famosos de Túnez y comparten un origen romano. Ambas localidades están abandonadas, pero merecen una visita: en Chebika, por ejemplo, hay una cascada en la que es posible tomar una ducha natural. Las últimas etapas del viaje nos llevarán hasta el Gran Sur, una zona dominada por la cadena montañosa del Djebel Dahar. La carretera que comunica Tozeur y Douz atraviesa Chott el Jerid, el mayor desierto salado del norte de África, una tierra de espejismos cuyo efecto óptico ha hecho pasar muy malos momentos a viajeros y mercaderes de tiempos pasados.

El recorrido por la región del sur tunecino empieza en la localidad de Tozeur. Un territorio de oasis de palmeras, antiguas fortalezas y las dunas del Gran Erg Oriental. En invierno tienen lugar los célebres festivales del desierto.

A tener en cuenta
Para Túnez únicamente se precisa el pasaporte en regla.
La moneda oficial es el dinar tunecino: 1 euro equivale a 1, 54 dinares. Es posible cambiar euros en los distintos bancos y casas de cambio de las ciudades y del aeropuerto de la capital, Túnez. El idioma del país es el árabe, aunque el francés y el inglés se utilizan en establecimientos turísticos.
No existen prevenciones sanitarias para viajar a Túnez, pero en las zonas más aisladas es recomendable beber agua embotellada y evitar los alimentos crudos.
La mejor época para recorrer la zona es de septiembre a mayo, cuando las temperaturas son más llevaderas que en verano, y hay menos visitantes. En diciembre se celebran varios festivales tradicionales como el de Tozeur.

Llegar y desplazarse
Desde Madrid y Barcelona, varias compañías aéreas ofrecen vuelos directos al aeropuerto de Túnez capital, donde se puede conectar con trayectos domésticos hasta Tozeur. En periodos vacacionales, también funcionan vuelos chárter directos a Tozeur.
La mejor manera de explorar el sur de Túnez es en vehículo todoterreno. La opción más recomendable es contar con un chófer-guía que conozca bien las carreteras y pistas del sur. Se puede contratar a través de agencias de viaje españolas o en empresas y hoteles locales.

Alojamiento
En el sur hay enclaves –como Tozeur– que cuentan con una desarrollada oferta, que abarca hoteles de una a cinco estrellas. Una opción más auténtica es alquilar una habitación en casas trogloditas de Matmata y Chenini. En los últimos tiempos también están proliferando acogedores hoteles de pocas habitaciones, ubicados en antiguas ksur, las fortificaciones típicas de la región.Sobre alojamiento: www.dormir-en-tunisie.com.

Festivales del desierto
Danzas y vestidos bereberes, carreras de caballos y camellos, exhibiciones de puntería y música
folclórica son algunos de los ingredientes de estas fiestas. Destacan por conservar la autenticidad de antaño, ya que siguen celebrándose para los propios tunecinos.

Tozeur, entrada al sur
Esta localidad, conocida como «la Puerta del Desierto», es la capital de Jerid, la región de los Oasis. Se trata de un inmenso palmeral donde viven 35.000 personas. El centro conserva casas de arquitectura tradicional y una mezquita. Es imprescindible visitar el Museo Dar Chralraïtt, alojado en un palacio y dedicado a las artes de los pueblos del sur del país (www.tozeur.com).

Los oasis de montaña
Una excursión habitual desde Tozeur se dirige hacia el norte, donde se agrupan varias ciudades-oasis encaramadas en las montañas y hoy abandonadas. Se suelen visitar en una jornada. Chebika, antiguo enclave romano, es famoso por sus palmeras datileras y manantiales. Tamerza destaca por su emplazamiento, sobre una garganta natural. Midès se sitúa en el extremo de otro angosto cañón. El atractivo del oasis de Nefta reside en sus manantiales y mezquitas encaladas.

Las dunas de douz
A 117 km de Tozeur se halla Douz, un oasis rodeado de arena blanca que adquiere su mayor belleza con la luz rojiza del atardecer; se organizan paseos en camello para contemplar el ocaso. Desde Douz parten excursiones para caminar sobre las dunas del Gran Erg, y hacia Chott el Jerid, un lago salado, fuente de espejismos y hoy utilizado para la práctica del speed sail, una modalidad de windsurf.

Pueblos trogloditas
La ciudad de Matmata conserva numerosas casas excavadas bajo tierra, a las que se accede por túneles y escaleras. Algunas todavía siguen en uso y otras se dedican a fines turísticos como museos sobre la región y restaurantes. Otro enclave troglodita destacado es Chenini, cuyas casas están camufladas en el paisaje. Resulta interesante visitar su mezquita y realizar rutas senderistas por los alrededores de la aldea.

La ruta de las fortalezas
A una veintena de kilómetros de Chenini se localiza Tataouine, villa comercial desde la que es habitual iniciar una ruta por los ksur o castillos del desierto. Estas curiosas construcciones, levantadas en niveles de pisos o ghorfas, han tenido distinta función a lo largo de la historia, desde graneros a refugio y viviendas. Uno muy bien conservado es el Ksar Ouled Soltane, al sur de Tataouine. La entrada es gratuita. Algunos de estos ksur están en ruinas –aunque se puede admirar su estructura–, y otros se han convertido en hoteles y restaurantes.

Actividades singulares
Hoteles y agencias de turismo de aventura emplazadas en las ciudades del sur de Túnez organizan excursiones nocturnas, que incluyen una cena bajo las estrellas y dormir en una jaima o tienda bereber.
Otra actividad original es el tren turístico Lézard Rouge. Este ferrocarril realiza un recorrido de 15 km que se inicia en Metlaoui, una aldea al norte de Tozeur, y atraviesa la garganta Selja. El trayecto dura hora y media y realiza paradas.

Gastronomía
En el sur de Túnez las influencias culinarias son de tradición mediterránea. En la gastronomía tunecina nunca falta el aceite de oliva, las verduras, el pescado y la carne de cordero. Una guarnición habitual es la harissa, una mezcla de guindillas molidas, ajo, sal y carvi, un tipo de comino. Los dátiles y los frutos secos como la almendra forman parte de la dieta diaria y están presentes en los dulces y licores. El té a la menta es la bebida nacional.

Compras
Túnez es famoso por sus zocos, un laberinto de pasadizos y tiendas donde se mezclan productos básicos con otros destinados al viajero. El regateo forma parte de la compra en Túnez. Tozeur y Douz, entre otras, organizan mercados semanales de gran atractivo por su colorido y aroma. En ellos se pueden comprar tejidos, bordados y alfombras de lana, babuchas y cinturones de piel de camello, cerámicas y alhajas de inspiración bereber.

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